Así como la cantaba José Alfredo, Carlos García se creyó el rey. Trajo banda, 350 personas acarreadas por mitin y hasta megavasos de plástico con su imagen. Pero recurrió a formatos viejos y técnicas obsoletas de campaña que ni Monreal o Beltrones usarían.
Su campaña presentó a los impresentables (ex panistas acusados de traición, presuntos acosadores e involucrados en actos de corrupción). Su campaña gris también se basó en publicar mensajes excesivamente triunfalistas y en lanzar «leyendas negras» y calumnias contra periodistas, personas defensoras de los derechos humanos, académicos y militantes jóvenes y veteranos de Acción Nacional.
El gigantesco monstruo que MORENA creó en Silao para devorar votos se le quedó dormido a Carlos García, un candidato reciclado, sin carisma y hecho a la vieja usanza que no puede pronunciar más de dos enunciados entendibles en público.
Al candidato de MORENA a la Presidencia Municipal de Silao no lo derrotó ni el fantasioso fraude que pretende inventar ni las montañas de basura, sino el tufo a corrupción y esas sucias, anacrónicas e inservibles complicidades que tejió en el camino, como sus nexos con Jorge Galván. Nunca despuntó y nunca convenció porque nunca presentó propuestas (sólo hizo alarde de su acarreo).
Su discurso fue tan falso como el rostro sonriente que mostraba su fotocomunicación, y el hilo narrativo fue tan fallido como el maleable slogan “Seguimos avanzando”. ¿Seguimos avanzando hacia el fracaso o hacia el retroceso? ¿Seguimos avanzando hacia la involución o hacia la destrucción? ¿Seguimos avanzando hacia el estancamiento de Silao? Nunca aclaró a qué se refería con eso.
Realmente, una gran parte consciente de la ciudadanía no quiso seguir avanzando hacia el ocaso del municipio y votó declaradamente contra Carlos. El candidato morenista no representaba más que seguir avanzando hacia ese fango político que ensució todo su trienio, como la omnipresencia de Ricardo García Oseguera en los temas municipales y los actos de campaña más importantes. Desde el debate, Carlos García se empezó a debilitar y no tuvo más que hacer memes sucios y dar de manotazos contra las propuestas de la coalición PAN-PRI-PRD.
Después de la nutrida votación del 2 de junio y del famoso reconteo que duró más de 30 horas, el señor García volvió a su cargo como Alcalde. Y volvió furioso. En un arranque vengativo, su primera decisión al momento de reanudar funciones fue despedir a la titular de Fiscalización, Soledad Machuca; al director de Desarrollo Rural, Martín Aguilar; y a Denisse Velázquez, quien se hacía cargo del área de Evaluación y Seguimiento.
Carlos García, un mal perdedor, no pudo ser tres veces Alcalde y ahora sólo tiene dos posibilidades: tragarse la derrota sin saliva o seguir creyendo en un cauce de revisión post-electoral sin nutrimentos jurídicos. En estos momentos, se espera que sea falsa la versión que ya empezó a circular entre sus colaboradores: que pretende sobornar a miembros del Tribunal Electoral para darle forma a su petardo impugnatorio. ¿La impugnación y las lamentaciones de Carlos García ya sólo son algo de eso a lo que se le suele llamar “patadas de ahogado” o sólo son una manera de llamar la atención para lograr que el morenismo le dé chamba en alguna dependencia federal?
Ante este triste panorama, Carlos García ya está bien preparado… Bien preparado para la jubilación. Ni con todo el aparato gubernamental pudo ganar.
